jueves, 18 de septiembre de 2008

Protesta Artística por la Pena de Muerte

Hace 8 años, Marco Evaristti se hizo conocido con una instalación que se llamó Helena. Se trataba de una habitación blanca con 10 licuadoras que contenian peces de colores. Los invitados tenían la oportunidad de poner en marcha los aparatos y ver como las originales peceras se convertían en mezcladoras de la muerte.
Pues bien. A pocas horas de iniciada la exhibición, ésta fue desmantelada por policías y los pecesitos salvados de morir "por el arte".

Hoy Evaristti ha pedido a Gene Hathorn, un preso condenado a muerte hace 24 años por supuestamente matar a su padre, a su madrastra y a su hermanastro , la autorización de trocear su cuerpo, después de ejecutado, para servir de alimento a 300 peces en un acuario. Y así será si la última apelación de Hathorn para salvarse de la silla eléctrica no funciona y, luego, si la ley no se interpone a usar un cuerpo como alimento de peces. En principio Texas entrega los cadáveres según decisión de los mismos condenados a muerte.

Las críticas, por supuesto, son a todo nivel pero Evaristti responde que "el verdadero problema moral está en que existan asesinatos legales". ¿Cómo las personas hacen todo lo posible por salvar la vida de unos peces y no se hace lo mismo por la vida de seres humanos?

2 comentarios:

  1. Me recuerda el caso de Guillermo Habacuc Vargas, quien dice ser artista, y que capturó a un perro para exhibirlo amarrado en una galeria de arte hasta dejarlo morir de hambre. En el nombre del arte se comete cada atrocidad.

    ResponderEliminar
  2. Pero la idea de los pececitos me parece tan brillante como metáfora de la fragilidad, y nos sitúa como espectadores en ese frágil equilibrio entre la humanidad y ese abismo que describe Sonntag en "Ante el dolor de los demás". Sólo hubiera bastado trucar el interruptor para que el cabrón de turno se quedara sin su cruento resultado, con un pececito vivo mirándolo desde el lado correcto del cristal, como un nuevo axolote liberado.

    Un placer compartir la prensa con vos, Valerie. Y que existan estas herramientas modernas (no hablo de las batidoras) para que un encuentro fortuito pueda extenderse más allá de lo que las agendas permiten la charla.

    Saludos.

    ResponderEliminar